martes, 3 de diciembre de 2013

NOEL FINALISTA "BASTA DE VIOLENCIA"

Noel, un antiguo alumno de nuestro colegio, que ahora cursa 1º de ESO, ha quedado finalista en el concurso propuesto por la concejalía de Mujer del ayuntamiento de Torrejón de la Calzada cuyo fin era la participación e implicación de los centros educativos de nuestra localidad. Os dejamos aquí el relato con el que Noel se presentó al concurso y consiguió tan notable puesto. Desde el colegio "San José" nuestras más sinceras felicidades a Noel.

BASTA YA DE VIOLENCIA DE GÉNERO
Gritos… Un silencio. Pierdo el control. Agazapada en un rincón, esperando su llegada, un escalofrío recorre mi cuerpo, sé que ese día no va a ser normal, vendrá muy enfadado. Nos conocimos en la infancia, y yo jamás hubiese pensado que él, una tierna persona, se convirtiese en tal monstruo sin sentimientos, pero me equivoqué, y esa equivocación quedó marcada en mi interior; por eso, todavía, hay noches en las que siento la rabia en la boca del estómago.
Pasaron los años, y le amé como nunca hube amado a una persona. Era detallista, cariñoso y se preocupaba por mí. Decidimos casarnos y nos mudamos a una nueva casa. Yo era feliz, trabajaba en una empresa de construcciones, pero un día vino a verme y observó que estaba hablando con un chico y que nos dimos un beso para despedirnos.
Cuando llegué a casa, alguien me cogió del pelo y me tiró bruscamente al suelo. Desconcertada, vi que era él, mi marido. Le pregunté por qué había hecho eso, pero no obtuve respuesta alguna, solo recibí golpes y más golpes.
A la mañana siguiente, fui al trabajo como pude, herida por dentro y por fuera, avergonzada. Me puse un vestido largo para que no se me viesen las marcas del brutal apaleamiento de la noche anterior. En verdad, no sabía por qué hice eso, tal vez porque le quería mucho o por vergüenza, vergüenza a que se rieran de mí por haber elegido mal. Cuando llegué a casa, estaba detrás de la puerta, esperándome como el cazador a su presa. Llevaba un ramo de flores para pedirme perdón y yo las acepté. Pasaron las semanas y empezó a controlarme las conversaciones telefónicas, no me dejaba salir por la noche y alguna vez más volvió a pegarme. Gritos, discusiones, acusaciones banales… Mis amigas empezaron a preocuparse por mí. Me decían que le denunciase, pero ¿cómo le iba a denunciar si era mi marido, el único hombre que me había amado desde siempre y con el que tanto compartí? Les dije que la culpa era mía, por no ser tan buena como él, y que lo que tenían era envidia por no tener un marido que les quisiera tanto como el mío. Intenté hacer lo que él quería, pero aún así, seguía maltratándome y humillándome. Hablé con mi madre y ella me alentó a poner una denuncia. Le dije que no lo iba a hacer, que se enfadaría y no la escuché.
Agazapada en un rincón, esperando su llegada, un escalofrío recorrió mi cuerpo, sabía que ese día no iba a ser normal, vendría muy enfadado. Finalmente, me levanté, cerré la puerta con llave y me fui a la cama. Una hora después, oí golpear la puerta; era él, y sabía que yo estaba dentro, por lo que siguió llamando a la vez que gritaba mi nombre. De repente, los golpes cesaron. Miré por la ventana y vi que estaba saltando al jardín, eché el cerrojo de la habitación y llamé a la policía. Mi maridó empezó a embestir contra la puerta del dormitorio, tenía miedo, sentía angustia, y en mi cabeza se repetía la misma pregunta segundo tras segundo, ¿qué pasaría si derrumbara la puerta antes de que llegara la policía? Todo acabó.
Escribo mi historia desde la sala de un hospital. Hoy saldo de allí con la cabeza alta y mirando al horizonte; una nueva vida me espera. En mi rostro se refleja todo el sufrimiento y la vejación de una mujer a la que la vida le ha maltratado pero que aún tiene fe. ¡Basta ya! Un hombre sin nada se vuelve una mala bestia. Todos podemos vivir este infierno, sólo hay que confiar y alzar la voz, denunciar, quitarnos la venda de los ojos y escuchar. No soy peor que las demás ni tampoco mejor pero nadie tiene derecho a aniquilar mi identidad, haciéndome pensar que soy de la propiedad de alguien. Esta es la historia de una joven que vivió llena de pánico. Por eso hoy quiero dar a conocerla para que todos, políticos, asociaciones, familiares… griten por fin: ¡BASTA!
¡NO MÁS VIOLENCIA DE GÉNERO!